Haverstraw, Nueva York.- El doctor Richard Peralta es un destacado cardiólogo que enaltece la dominicanidad en el extranjero al servir a la comunidad latina en Nueva York, con una trayectoria de vida que es un testimonio de esfuerzo, disciplina y amor por su profesión.

Con una vocación innata por la medicina, el compromiso y dedicación del galeno nacido y formado en San Francisco de Macorís, no solo han mejorado la vida de sus pacientes, sino que también han representado con orgullo a la diáspora dominicana en el ámbito de la salud. 

El doctor Richard Peralta es un cardiólogo altamente calificado con una amplia experiencia y formación en el campo de la medicina cardiovascular, que obtuvo su título de Doctor en Medicina de la Universidad Católica Nordestana (UCNE) en la República Dominicana, donde se graduó Magna Cum Laude. Posteriormente, completó su residencia en el Bronx Lebanon Hospital Center y su especialización en cardiología en el Montefiore Medical Center/Albert Einstein College of Medicine en Nueva York. Además, fue Jefe de Residentes en el Bronx Lebanon Hospital Center.

Cuenta con múltiples certificaciones que avalan su pericia, incluyendo la certificación en Medicina Interna, Ecocardiografía, Cardiología Nuclear y la Interpretación Vascular de Médicos Registrados. En el ámbito profesional, ha trabajado como cardiólogo en varias instituciones, y actualmente es el CEO y Presidente de Cardiology for Life, PC, en Haverstraw, Nueva York.

En reconocimiento a sus contribuciones significativas a la comunidad y a su dedicación al bienestar de los pacientes, ha recibido numerosos premios y distinciones, tanto por su liderazgo en la comunidad como por su excelencia en el campo de la medicina. Entre estos reconocimientos se incluyen el Premio de Servicio Distinguido del Condado de Rockland y el Certificado de Mérito presentado por la Asamblea del Estado de Nueva York.

Ofrece sus servicios como cardiólogo en Haverstraw, en la dirección 90 New Main Street, Haverstraw, NY, donde su compromiso con la salud cardiovascular y su dedicación a la comunidad siguen marcando una diferencia significativa.

Doctor Peralta, ¿puede contarnos sobre sus inicios y qué lo motivó a ser médico? Soy dominicano, nací en San Francisco de Macorís. Soy hijo de Emiliana Hernández, una profesora de escuela primaria, y de William Peralta, que era mecánico de profesión y tenía un taller donde trabajaba toda la familia. Desde pequeño, me decían «el médico». Siempre supe que iba a ser médico, nunca tuve otra idea en mente, a pesar de haber jugado ajedrez profesional y baloncesto.

Entonces, ¿ser médico fue algo que nació con usted? Sí, siempre decía que iba a ser médico. Incluso, mis mejores amigos con los que estudié en la secundaria se fueron a estudiar ingeniería en sistemas, mientras yo seguí con medicina. Me separé de mi grupo para seguir lo que realmente quería.

¿Qué recuerda de su infancia en San Francisco de Macorís? Fui ajedrecista profesional, jugué a nivel colegial y también en el equipo de la universidad a nivel regional y nacional. También jugaba baloncesto, pelota, Nintendo y ajedrez. Iba a la iglesia desde pequeñito. Mi vida transcurrió de manera normal y nunca tuve ningún tipo de encontronazo con nadie.

¿Por qué se inclinó por la medicina? Siempre decía que quería ser médico porque mi mamá sufría de migrañas y yo quería curarla. Además, tenía un médico otorrino que me gustaba mucho, me imagino porque tenía otitis media o infecciones de los oídos. Me impresionaba su imagen siempre afeitada, a diferencia de mi papá que siempre estaba con barba. También, por la cuestión de la iglesia, desde niño me sentía cómodo con la gente.

¿El servicio siempre fue un valor presente en usted? Sí, con 11 o 12 años asistía a las personas mayores en la iglesia. Siempre me he mezclado con gente mayor que yo y desde pequeño leía en la iglesia ante muchas personas. Dios me estaba entrenando para practicar y estar entre la gente.

¿Por qué se especializó en cardiología? Fue mágico. Además, en la universidad católica norteamericana en San Francisco de Macorís, la cardiología es muy fuerte, con profesores brillantes como el doctor Manuel Tejada. En un momento quise ser cirujano de corazón, pero al trabajar con un cirujano famoso mundialmente, entendí que ese no era el estilo de vida que quería. Me gusta la medicina comunitaria, estar viendo pacientes en la comunidad, eso es lo que me da felicidad.

¿Qué recuerda de sus años en las aulas de la carrera de medicina en su pueblo natal? Estudié en la Nordestana del año 2000 al 2006. Me gradué de Doctor en Medicina con honores. Fueron años muy buenos. Disfruté mi etapa como estudiante, me gradué a los 21 años, entré como un niño y salí como un adulto. La enseñanza profesional fue excelente, y fue durante mi internado con el doctor Francisco de Jesús Sarante que decidí venir a Estados Unidos. Después de estudiar por 6 meses, tomé el examen práctico en 2009 y entré al hospital del Bronx.

¿Cómo fue el proceso de decidir quedarse a ejercer su especialidad en este país? Cuando pasé el segundo examen, les dije a mis padres que no volvería a mi país sin mi título de médico, y así fue. Nunca viajé más, ni me quedé ilegal. Cuando vine por primera vez, el cónsul me dio 18 meses en lugar de 6. Entré al hospital del Bronx para hacer 3 años de Medicina Interna, donde fui jefe de residencia. Luego hice 3 años de cardiología. Ahora soy internista certificado, cardiólogo certificado, médico nuclear cardiovascular certificado, médico vascular certificado y médico ecocardiografía certificado. Tengo 5 especialidades que completé en 7 años aquí.

¿Cómo se ha dado el servicio a la comunidad desde su propio centro de salud? Siempre tuve la idea de abrir una clínica en Washington Heights. Trabajé un año en el Centro Médico Dominicano como cardiólogo y luego me mudé a Rockland County. Un día, llevando a mi hija a la escuela, alguien me vio la placa de médico en el carro y me sugirió dar servicios a la comunidad. Renté una oficina y, después de 3 meses de preparación, comencé a atender pacientes.

¿Cómo se ha convertido en médico de la comunidad? Un 70% de mis pacientes son latinos, principalmente dominicanos, y también atiendo a personas de Guatemala, Ecuador, Venezuela, El Salvador y Haití. Creo que lo más importante es el servicio que uno da al paciente. El presidente Abinader nos dio un reconocimiento el año pasado por nuestro trabajo.

¿Cuáles desafíos ha enfrentado viniendo de un pueblo de República Dominicana? Sentí muchos desafíos. Hay que trabajar duro y tener paciencia. Dios abre puertas cuando es necesario y cierra las que no nos convienen. La adaptación fue gradual, entendiendo culturas más formales que otras, pero fue un proceso natural en el día a día con los pacientes.

¿Alguna anécdota que lo haya marcado? Tengo muchos pacientes que me han marcado. Muchos de ellos son inmigrantes que ni siquiera hablan el idioma. He servido como puente para que estos pacientes tengan el servicio de cardiología y otras especialidades. Es gratificante ver cómo hemos podido ayudar a tanta gente. Estoy en una comunidad de personas mayores y de inmigrantes, donde la gran mayoría ni siquiera habla el idioma. Hay pacientes con enfermedades del corazón que se veían con un cardiólogo distante y dejaron de ir porque les quedaba lejos. Yo los evalúo, les hago los estudios y pienso: «Dios mío, Tú has protegido a esta persona». Veo la necesidad y la ausencia de comunicación y educación en estos casos. Imagínese estar enfermo y dejar de ir a un médico porque está lejos. Son muchos pacientes que me han marcado, y gracias a Dios hemos servido como puente para que estos pacientes tengan el servicio de cardiología y también de otras especialidades. Muchas veces vienen pacientes con problemas que no tienen nada que ver con el corazón, simplemente para obtener una orientación o un referido para un especialista.

¿Cómo ha visto los avances en cardiología y su impacto en la vida de las personas? La cardiología es una de las ramas que más ha avanzado. Hay corazones mecánicos, trasplantes, marcapasos sin alambre y dispositivos para arterias y arritmias. Cumplimos dos funciones: mejorar la calidad de vida y prolongarla. Estos avances permiten que personas con enfermedades cardíacas puedan vivir mucho mejor y por más tiempo.

En el plano personal, ¿puede contarnos más sobre usted y su familia? Sarah y yo estamos casados desde 2010 y tenemos tres hijos: Amalia, Richard William y Sarah Camila, de 2, 4 y 9 años. Mis hijos son mi motivación diaria y mi esposa, es esencial para todo lo que soy. Ella maneja la parte administrativa de la clínica y todo lo que soy. Sin ella, no podría estar donde estoy hoy.

Finalmente, ¿algún mensaje para la comunidad dominicana y los jóvenes que sueñan con emigrar y formarse en otro país? Primero, aferrarse a Dios. Yo le pedí a Dios salir de mi país y establecerme en Estados Unidos, y Él me concedió ese deseo. Pero también debemos tener disciplina. Hay que estar dispuesto a sacrificar salidas y diversiones por la educación. Hacerse esclavos de los libros es fundamental, debemos leer para no ser esclavos de los hombres. Con disciplina y estudio, no importa dónde estemos, podemos ser exitosos en cualquier parte del mundo.