No me gustaría: te voy a contar, Milagros de Jesús de Féliz, que la noche del 12 de marzo de 2025 inició un capítulo insospechado solo para ti. Todos los que pusimos rumbo al auditorio Hermanos León Asensio del Centro León sabíamos lo que podía pasar. Que la noche sería exitosa, e íbamos a ser muchos (tal vez no tan seguros de ser tantos).
Te cuento, mi estimada doña Milagros, que a las 6:30 de la tarde me empecé a preocupar por la escasez de asientos en la sala. Los libros se habían agotado primero. Yo, con mi puesto a tres filas de la puerta de salida por haber madrugado, decidí salir. Terminé en el salón de actividades, y viendo la transmisión de YouTube de pie por decisión propia: preferí ser testigo de cada nueva alma que llegaba al recinto curioso y sorprendido de ver en pantalla lo que sucedía a escasos metros.

Te cuento que las risas y aplausos eran iguales o más en el salón, que suscribimos cada palabra de los presentadores y abrazamos cada una de las tuyas. Aquí abuso de un tuteo que me has permitido y del que huyo siempre que puedo al conversar.
Como dije, había madrugado para la actividad y eso me permitió el abrazo en la previa. Sé que muchos intentaron hacerlo después, algunos no pudieron, otros se rindieron ante la multitud. Pero todos quedaron con ese abrazo en el alma que dejan las historias buenas, y las buenas historias.

La noche se volvió aún más noble, porque el verdadero milagro se había hecho antes: los residentes del Hospicio San Vicente de Paúl son los que reciben los beneficios económicos del éxito de «Me gustaría contarte», título que invita al diálogo y a compartir.
Lo que sí me gustaría contarte es mi lectura de ese libro. Desde ya me pongo en lista de espera para los ejemplares que vendrán y una mecedora apropiada, que sostenga las carcajadas y lágrimas que a partes iguales vendrán con cada cuento, cada memoria de esa vida resumida en 540 páginas.
