Queremos iniciar nuestro escrito con las definiciones relacionadas con esta palabra que nos ofrecen Wikipedia y la Real Academia de la Lengua Española. Al realizar la búsqueda nos encontramos con las siguientes definiciones:

“Relación de semejanza entre cosas distintas. Una analogía es una comparación o relación entre varias cosas, razones o conceptos; comparar o relacionar dos o más seres u objetos a través de la razón; señalando características generales y particulares comunes que permiten justificar la existencia de una propiedad en uno, a partir de la existencia de dicha propiedad en los otros. En el aspecto lógico, permite comparar un objeto con otros, en sus semejanzas y en sus diferencias”.

Después de establecer la definición descrita en las líneas anteriores, nos adentramos en varios ejemplos de la vida cotidiana que nos ocupan y que, intentando hacer una analogía, trataremos de escudriñar. Quiero establecer una analogía entre los escándalos que suceden en el ámbito deportivo y en el ámbito artístico.

El primer punto de partida es que en ambos casos hablamos de entretenimiento, tanto los deportes, como las presentaciones artísticas constituyen espectáculos públicos dirigidos a todo público de manera general. Otro aspecto a destacar es que los protagonistas, tanto en lo deportivo como en lo artístico son considerados íconos y ejemplo a seguir, personas que motivan a sus seguidores a imitarlos. También podemos establecer que, tanto los deportistas como los artistas, están sometidos constantemente al escrutinio de sus seguidores y fanáticos, por ende, la mayoría está llamado a cuidar su imagen y sus actuaciones, dentro y fuera de su campo de acción.

Visto lo anterior, nos asombra y nos sorprende, como las actuaciones de uno y otro, deportistas y artistas, en ocasiones, tienen una diferencia del cielo a la tierra. Por ejemplo, cuando un deportista de alto nivel es sorprendido cometiendo trampas para mejorar su rendimiento, o cometen actos en detrimento de sus familias, amigos o relacionados, incluso, cuando emiten comentarios fuera de lugar, todo el peso de la ley y de los reglamentos existentes en su área de acción, le caen encima de una manera contundente. Y podemos citar un caso reciente, lo sucedido en el béisbol de Grandes Ligas con el lanzador del equipo de Los Dodgers de Los Ángeles, Trevor Bauer, quien fue acusado de practicar el acto sexual de forma salvaje y violenta con una mujer; a pesar que un tribunal rechazó los cargos contra el deportista, el equipo lo alejó de sus filas mientras de debatía el juicio, y posteriormente, la Oficina del Comisionado de Grandes Ligas, expulsó por 2 años, y sin disfrute de sueldo al mencionado lanzador, quien tiene contrato por 28 millones de dólares anuales. Una decisión que a primera vista luce exagerada y que los abogados del lanzador han apelado. Otro ejemplo fue lo sucedido con el toletero y futuro miembro del Salón de la Fama del béisbol en Estados Unidos, el dominicano Albert Pujols, cuando un comentarista de una planta televisora de Estados Unidos, el exjugador Jack Clark, públicamente acusó al pelotero en el año 2013 de haber usado sustancias prohibidas para mejorar el rendimiento; al no poder demostrar y sustentar sus acusaciones, el comentarista y analista deportivo a la sazón, fue despedido de su trabajo y no hubo mayores consecuencias porque el calumniado jugador, Albert Pujols, no quiso demandarlo por difamación e injuria.

Cuando observamos estos casos que pusimos como ejemplo y muchos otros, que han involucrado grandes figuras, como el fenecido Kobe Bryan, hombres de la envergadura de Sammy Sosa, Roger Clemens o Barry Bonds, nos preguntamos necesariamente, y en el mundo artístico, ¿no existen las mismas leyes? Acaso cuando un artista comete un error, ¿no puede ser sancionado con la misma rigurosidad que se sanciona a un deportista? ¿O es que el mensaje que da un deportista con sus actuaciones no es similar al de un artista?

Y las interrogantes anteriores vienen a colación porque hemos visto con asombro, como el artista urbano Rochy RD, quien en estos momentos se encuentra detenido y por lo pronto pasará los siguientes 3 meses en prisión, por presunta violación a una menor y como ha establecido la Fiscalía, por una posible red de prostitución infantil, aun en esa situación, ha encontrado una serie de defensores, principalmente, fanáticos suyos, y compañeros artistas que sin tener los resultados finales de la investigación, han expresado públicamente que el artista es inocente, aun esté involucrada una menor.

¿Por qué no esperar el resultado de las investigaciones oficiales? O es que acaso, si el exponente del género urbano es hallado culpable, ¿no debe pagar por sus actos?

En el caso de los deportistas, casi siempre, los involucrados aparecen en público pidiendo perdón por sus acciones y realizando algún trabajo social a favor de la clase afectada por sus actuaciones, sin embargo, en el caso de los artistas, generalmente aparecen diciendo que son inocentes, aun con las pruebas en su contra, y con un grupo de defensores que para nada le importa la parte afectada.

Concluyo diciendo, en el caso de Rochy RD, que hasta que la justicia no demuestre lo contrario, existe la presunción de inocencia, pero eso no da derecho a que otros artistas se pronuncien a su favor y menos en detrimento de la posible víctima o víctimas.

Creo firmemente que se debe investigar y aclarar esta situación, pero también comparto, que, de ser encontrado culpable, al igual que sucede con los deportistas, también sobre los artistas debe caer todo el peso de la ley. Considero, además, que los artistas que de forma deliberada han emitido juicios, al final del proceso, también deben ser juzgados por las opiniones emitidas sin fundamentos, sino por un tribunal competente, al menos por sus seguidores.

El autor es Ingeniero, Locutor y Experto en Seguridad y Salud en el Trabajo.