El arte puede salvarnos. A veces basta un verso, un trazo de color o la conversación que se deriva de ellos para que el alma recupere un poco de fe en que mañana amanecerá, sol arriba y aire circulando. En este 2023, Casa de Arte recuperó la primavera para la calle Benito Monción, entre Restauración y Máximo Gómez. El tramo peatonal de los artistas santiagueros floreció del 21 al 25 de marzo, con exposiciones de arte, recitales de poesía y conciertos musicales para todos los gustos, para todas las almas.
Nunca importa la hora de llegada: siempre vas a ir tropezando con rostros conocidos y abrazos extrañados, que van a recordarte donde perteneces. Gente que se alegrará de verte otra vez sonreír, aunque desconozcan otras fases que no vienen al caso porque suena un acorde allí y otro acá, y habrá más personas para saludar y conversar, para decirles que estás bien, que vas sobreviviendo (aunque no sea del todo verdad).
Es viernes, pero pronto será sábado, mientras sigues tropezando con amigos y amigas, yendo de una tarima a otra, descubriendo el nuevo libro de poesía de Magdiel Núñez, la energía inagotable en escena de Concón Quemao, la dulzura de las canciones de Bretton y la fuerza en los tambores de José Duluc.
La noche envejece contigo y sabes que volverás en menos de 20 horas, a repetir el ritual de abrazos, sonrisas y música para alimentarte el alma y llenar el corazón, huir de habitaciones vacías y de ausencias. Llegas casi a la hora que la universidad cierra, justo a tiempo para escuchar el Sistema Temperado de Rafelito Mirabal, el particular sonido de Kilvin Peña al bajo y las manos de Cukín Curiel rompiendo la percusión.
Creías que era tarde, pero, como dice un cuento tuyo por ahí: «aún no es domingo». Y te das el chance de esperar la última tanda con Alex Gracius y sus juegos de voz, el as bajo la manga (diafragma) de Cruzmonty y tu diva personal Sabrina Estepan, que se ensañó para demostrar los juegos pesados de su voz cuasi instrumental.
Negarás con la cabeza todas las veces que te inviten a bailar porque todavía (usarás mucho ese adverbio de tiempo en lo adelante), todavía no.
Ahora sí es tarde, es domingo y hay que regresar al campo y los cocuyos, huir de la ciudad, a donde nadie te espera. Sabes que está la soledad al otro lado de la cama, arropada hasta el cuello, mientras le das la espalda en compañía de las voces, los abrazos y reencuentros que Arte Vivo te deja, para que te duren unos 360 días más.