Entró con la gracia que dan los años y el aura de una verdadera estrella de la música, nada que ver con los cuerpos celestes sin luz que abundan estos días en el firmamento artístico. Cuando Luis Segura entró al Bar Moisés Zouain del Gran Teatro del Cibao, todos sentimos esa magia que se construyó en el maeño que inició su carrera en 1964. 

El tema del encuentro con representantes de medios de comunicación era el próximo concierto del artista de la bachata, llamado «Fin de la historia», para la noche del 29 de julio en la Gran Arena del Cibao. De hecho, se trata de su primera vez, es su primera presentación multitudinaria. Lo hace a los 84 años, porque nunca es tarde para tener primeras veces, porque siempre podemos hacer algo nuevo, grandioso. Podemos seguir soñando. 

En esta noche de verano, el Añoñaíto vino acompañado de otra grande, Fefita. La Soberana estará entre los grandes invitados para esta celebración de una vida dedicada a la música de amargue, ahora que la bachata es motivo de orgullo y se pasea por todas partes.  

«Es un espectáculo, no un concierto», comentó el productor de WQ, recordando que habrá mucho más que música, sobre todo para aquellos que «que se enamoraron con esa música», como dijo el Papá de la bachata. 

El autor de tantas bachatas de nuestro cancionero dominicano, explicó que quería hacer el concierto en Santiago porque el que se pega en Santiago se pega en el mundo. Y el orgullo monumental se me infló bajo las luces azules del bar.  

Entre preguntas y respuestas, la complicidad de la mesa con Alberto, Ney, Nelly, Miriam y Mary; nos llegaban algunas sentencias de Luis sobre el género musical Patrimonio Inmaterial de la Humanidad desde 2019, como esta: «La bachata sale del alma…» 

Cuando Segura se dirigía al espacio en el vestíbulo del teatro designado para las entrevistas, pasó a mi lado y saludó, con la humildad y elegancia que uno espera de una verdadera estrella. Luego, yo salí inmediatamente rumbo a otros compromisos, todavía indecisa si estaré allí el 29. 

Entonces, esta mañana, pensé que tal vez sí. «Vamos a comenzar temprano, para que lleven a su papá, su mamá, su abuelito…», dijo el Añoñaíto. Pensé en mi papá, fanático empedernido de Luis Segura y cómo le brillarían los ojos mientras le contara la historia de anoche en vez de escribir esta crónica. Tal vez vaya y llegue temprano, para llevar a papi, como lo he llevado desde hace 13 años: muy cerquita, en mi corazón.