Los seres humanos tenemos el problema de concentrarnos en todo lo que nos falta y no en lo que tenemos en abundancia. Si miras a tu alrededor, te darás cuenta de que tienes muchas razones para ser feliz y sonreír, en vez de quejarte y lamentarte.
Como todos, he pasado por momentos difíciles de dolor y dificultades, y muchos me preguntan: ¿cómo puedo estar tan tranquila ante tal situación? La respuesta: «yo sé en quién he puesto mi confianza».
En los momentos difíciles, voy a la Palabra y hago vida en mí los versículos de la Biblia, sus promesas, sin dejar de hacer, como humana, lo que me corresponde; lo demás, pido ayuda divina.
«Clama a mí y yo te responderé»… Así dice el Padre Creador, y yo le creo. Hay personas que hace tiempo parecen haber olvidado la capacidad de sonreír.
Es que los problemas, dificultades y tristezas parecen haber borrado la sonrisa y con ella, la alegría y los sueños. Si piensas que este es tu caso, quiero recordarte esta promesa: “Él volverá a llenar tu boca de risas y tus labios con gritos de alegría” (Job 8:21).
Recuerda siempre que Dios quiere devolverte la sonrisa y la alegría, solamente acude a tu Padre y cambiará tu estado de dolor al de gozo; tendrás paz aún en las dificultades porque Cristo vive en ti.