El Día de Acción de Gracias, una festividad arraigada en la tradición estadounidense, ha cruzado fronteras y encontrado un hogar en corazones de todo el mundo.

Aunque en la República Dominicana esta celebración no tiene el mismo arraigo que en Estados Unidos, es una oportunidad valiosa para adoptar la gratitud como una práctica cotidiana.

Originario de la celebración de la cosecha entre los colonos y los nativos americanos, el Día de Acción de Gracias se ha convertido en un recordatorio anual para detenerse y reflexionar sobre las bendiciones de la vida. Pese a que no sea parte de nuestras costumbres ancestrales, adoptar esta práctica nos invita a pausar y reconocer los motivos que sobran para dar gracias.

En lo personal, agradezco por un año de pruebas superadas y metas cumplidas. La salud, un tesoro invaluable, merece una mención especial. Las pruebas de salud, inesperadas y desafiantes, fueron superadas con la gracia de Dios y la pericia de médicos guiados por una fuerza divina.

En este día, agradezco por oraciones de años escuchadas, por ciclos que se cerraron para dar paso a nuevos comienzos. Es un momento propicio para reconocer y expresar gratitud a esas personas que siempre han estado a mi lado, brindando apoyo y amor incondicional.

Al mirar hacia el futuro, pido a Dios que continúe guiando cada paso, asegurando el bienestar integral de mi familia y seres queridos. Mi gratitud se extiende más allá de mis fronteras personales; alzo mi voz en oración por la salud y la paz mundial. Pido por las víctimas de desastres naturales, especialmente en mi amada República Dominicana, enfrentando tiempos difíciles.

En este Día de Acción de Gracias, más allá de las fronteras culturales, compartamos la práctica de la gratitud. Que cada motivo de agradecimiento sea una luz que ilumine nuestros corazones y nos inspire a seguir construyendo un mundo donde la gratitud, el amor y la compasión sean la guía de cada día.