Es una palabra griega, y su significado literal griego denota una situación en que en un trayecto ha tenido que volverse del camino en que se andaba y tomar otra dirección, también retóricamente utilizado para retractarse de alguna afirmación realizada, y corregirla para comenzar de mejor manera.
La metanoia también es denominada desde el punto de vista católico como una transformación profunda de corazón y mente de manera positiva.
Ya, teniendo una idea del significado de esta palabra, podemos entonces hacer una relación con la metanoia y la cuaresma, que es justamente el tiempo que estamos viviendo.
La cuaresma, como tal, hace alusión al número 40, por los 40 días en que Jesús fue llevado al desierto y tentado por el maligno. Hace también referencia a los 400 años de esclavitud del pueblo de Israel en Egipto, y a los 40 años que estuvo el pueblo en el desierto, entre otras referencias bíblicas.
La cuaresma es un tiempo que llama a la conversión, es decir, que nos invita a hacer un examen de conciencia y a raíz de ese resultado, aplicar una metanoia en nuestra vida, un cambio radical.
Pero no es un cambio de apariencia, o solamente por este tiempo, es un cambio desde mi interior y para siempre, de manera positiva. Y, ese cambio, solo se puede lograr, si reconocemos nuestras debilidades y comenzamos a amar a Dios sobre todas las cosas, con nuestra mente, con nuestro corazón, con todo nuestro ser.
En el momento mismo en que empezamos a darle a Dios el lugar que le corresponde en nuestra vida, de manera automática, empezamos a amar al prójimo como a uno mismo. Y este amar al prójimo como a uno mismo, solo se logra y comprende si conocemos a Jesús, si nos convertimos en sus amigos, y para esto, la única condición es cumplir la voluntad de Dios.
En este mes de la patria, en que celebramos nuestra independencia, nuestra libertad, voy a realizar por este medio una serie de cuestionantes, extraídas de la meditación del evangelio que hace la hermana Angela Cabrera, y que diariamente publica Monseñor Freddy Bretón, arzobispo emérito de Santiago de los Caballeros. Pregúntate interiormente, ¿has caído en desear escalar sin esfuerzo, en cobrar sin trabajar, en querer para ti lo del otro? ¿Alivias el peso o provocas más peso en los otros? ¿Promueves aplausos para ti mismo? ¿Has sentido envidia por aquel que estudió con sacrificio y ahora puede comer y dar de comer por la cosecha del árbol de su vida? ¿Tú has podido decir que creciste por tu propio esfuerzo, perdiendo la memoria de toda la gente que te dio la mano y te abrió la puerta para que avanzaras? ¿Tú, por mala cabeza, despilfarraste lo valioso en el juego y la parranda? ¿Qué has hecho de tu familia? ¿Cuándo fue la última vez que fuiste a misa dominical, buscando la gracia de Dios, y dándole gracias a Él?
¿Tú has sido responsable de que algún niño o niña creciera sin dos apellidos? ¿Qué te provocan los niños trabajadores de la calle? ¿Qué te dicen las cantidades de cabañas y moteles que se van proliferando en el silencio social? ¿Te han salpicado las aguas podridas de la corrupción? ¿Por qué te has vuelto fanático de la política? ¿Te duele la casa común? ¿Qué sucede cuando ves un río secarse? ¿Cómo experimentas el sonido de un árbol cayendo al ser cortado? ¿Qué cantidad de plásticos arrojas al medioambiente? ¿Cómo te sientes en una yipeta cuando se te acercan los vendedores ambulantes? ¿Cómo vives la fe que te transmitieron tu madre y tu abuela? ¿Qué te dice un letrero que diga “funeraria”?…
Son muchas las interrogantes que podemos hacernos, y haciéndolo de corazón, podemos saber si necesitamos un cambio radical en nuestra vida, si necesitamos una metanoia. Ahora, es el tiempo favorable.
Hasta una nueva Reflexión.

El autor es Ingeniero, Locutor y Experto en Seguridad y Salud en el Trabajo.