Quisiera decir que recuerdo cuando se inauguró el Gran Teatro del Cibao, pero no es así. Para esas fechas lidiaba con una adolescencia incipiente que me hacía leer todas las tardes en la biblioteca del colegio.
Hace una semana, el principal templo de las artes en Santiago de los Caballeros celebró sus 29 años, con toda la sobriedad que esa cifra da: un concierto sencillo, pero emotivo que alegró a las almas convocadas por su directora, Chiqui Checo.
El repertorio de la Orquesta Metropolitana de Santiago desplegó no solo el talento de músicos e intérpretes en boleros, merengues, sones, baladas y bachatas, sino el de legendarios compositores dominicanos, entre ellos Luis Alberti, Juan Lockward, Rafael Solano, Juan Luis Guerra, Víctor Víctor y Manuel Jiménez, por citar algunos.
Bajo la dirección de Guillermo Mota Curiel, la Orquesta Metropolitana de Santiago fue tocando sensibilidades desde las primeras notas a las 8:55 de la noche, con la interpretación de la canción de la ciudad, «Santiago», seguida de «Por amor».
«Esta noche vamos a celebrar», había dicho la ministra de Cultura, Milagros Germán, minutos antes de posar junto a todo el equipo del Gran Teatro del Cibao, que recibió los aplausos de un público agradecido del trabajo de todos: desde las damas de protocolo y los técnicos especializados, hasta la alta gerencia.
Beberse la música a secas costó, pero se pudo… Todos sobrevivimos al impacto de las voces de Nelly Bless, Fátima Franco y Ernesto Rodríguez, en temas como «El camino de los amantes», «Para quererte», «Pena», entre otras composiciones que trascienden la inmediatez de las redes y reposan en la memoria durante décadas.
Puntos adicionales para el saxofón del maestro Juan Colón durante «Te ofrezco» y el violín de Ivanova Casimiro en «Amor de medio tiempo», este último casi llorando como el requinto original lo hace en esta bachata grabada por el fenecido Yoskar Sarante.
Hubo espacio para todas las emociones en la Sala Restauración, incluso la ternura al apreciar a dos parejas del famoso Son de Keka danzar «El cuarto de Tula». Y la gratitud vestida de respeto al reconocer la presencia en las primeras filas de Ramón de Luna, legendario locutor cuya voz anuncia la progresiva inminencia del inicio de cada espectáculo en el Gran Teatro del Cibao.
La noche breve y adulta del Gran Teatro del Cibao concluyó en clave de merengues: «Compadre Pedro Juan», «Los algodones», «Entre tu cuerpo y el mío» y «Santiago en coche», para alegrar alma y pies…