Viernes de crónica. Lo social ya se verá. A veces sale mejor un sábado, cuando consultas con tus amigos sobre temas profesionales y la conversación avanza ligeramente, travesía barrial incluida. La muerte sigue visitando casas amigas y, aunque duela decirlo, ya estás acostumbrada al mensaje funerario que llega en cualquier momento. O baste decir que todos hemos perdido una madre o una abuela estos días. La agenda otoñal da para todo, hasta para ir a misa, la inauguración de Expo Cibao y los múltiples encuentros para que los medios de comunicación sepan lo que viene: puede ser un festival de cigarros, conciertos musicales en distintos espacios de la ciudad o la cartelera de artistas del Oktoberfest que te perderás por razones académicas en el extranjero. Escribes en segunda persona como si fuese un cuento de los 2000. Sigues, igualmente, relatando los lugares a los que irás o no, a los que quisieras ir. Lo del otoño aquí, en el Caribe, no importa. En unos días te importará tanto como tu vida, que dependerá de ello para sobrevivir.
Sabes que al volver habrá menos robles amarillos en Las Carreras y la temporada de béisbol nacional estará a punto de empezar. Ensayarás las consignas aguiluchas en tu cabeza una y otra vez en el vuelo de regreso y retomarás todas las actividades que encuentres en la urbe monumental, esa ciudad que te hace perder la cabeza con tal de estar siempre en ella. Ahora piensas que esto no debería contarse en una columna quincenal. Luego recuerdas que la firmas tú y que ya habrá tiempo de contar otras travesías, veladas y momentos de interés más colectivos. La agenda social de Santiago así lo promete. Asegúrate de tener tu foto del Monumento a cuarta, como hace José. Y cuando vuelvas, verás que sigue ahí sobre el Cerro del Castillo, si Dios y tú lo quieren.