El magistrado Osvaldo Bonilla, procurador Fiscal del Distrito Judicial de Santiago, es ampliamente conocido por su labor como servidor público en el engranaje de la justicia dominicana, pero más allá de su investidura hay un hombre comprometido con la humanidad, que se inclinó por el área del Derecho impulsado por el don de servicio.

Aunque la función de fiscal es muy demandante, más cuando se ejerce desde la pasión y el compromiso, el magistrado Bonilla tiene como bujía inspiradora el servicio a los usuarios, hacer las cosas posibles y ser ejemplo para sus familiares y amigos, construyendo con su accionar un legado día a día, sin detenerse; creando políticas institucionales que coloquen la Fiscalía de Santiago en el siguiente nivel de mayor eficiencia y mejores servicios.

Al cuestionarlo sobre cómo visualiza el futuro del sistema judicial en el país y cuáles son los cambios o mejoras que le gustaría ver implementados, no dudó en responder que el sistema de justicia -integrado por jueces, fiscales, policías, políticos, medios de comunicación, sociedad civil- deberá seguir mejorando, cuando los actores entiendan que la integralidad institucional es la clave para el éxito de la persecución penal con las garantías suficientes, donde la buena imagen institucional se construya derribando los muros del ego y pensando en las personas.

Bonilla comparte con los lectores aspectos de su vida que lo han llevado a convertirse en el hombre que es hoy día.

¿Para conocer el hombre detrás de la investidura, nos podría contar un poco sobre su infancia y su entorno familiar? Crecí en el corazón de Palmar Grande, Altamira, un municipio de la provincia de Puerto Plata. Soy hijo de maestros y estudié en el liceo Martin Hiraldo de la misma comunidad. Del campo y de mi infancia, tengo muy buenos recuerdos, sobre todo de las tardes de jugar pelota (béisbol) y el compartir con amigos y vecinos. La crianza de mis padres y su ejemplo, me permitió forjar los principios y valores que sirven de guía en mi vida. Los abuelos, tíos y primos influyeron para crear mi espíritu de libertad. En ese sentido, mi familia y yo nos mantenemos muy vinculados a nuestras raíces y a la gente que representa valores como la lealtad, la solidaridad y el trabajo honrado, quienes de alguna manera son parte de mi inspiración en el ejercicio de lo público.

¿Cómo influyó su familia en su carrera y desarrollo como profesional? Mis padres siempre han procurado bienestar para sus hijos, maestros al fin andan en búsqueda de mejores horizontes y eso los llevó a que en el 1996 tuvieron la visión de migrar de mi natal Altamira para Santiago. Con el único propósito de que mis hermanos y yo tuviéramos acceso a una mejor educación y sobre todo, otras oportunidades de vida. De igual manera, siempre han apoyado mis proyectos de estudios universitarios, superiores e internacionales.

 ¿Qué lo llevó a inclinarse por el derecho y qué aspectos de esta disciplina le apasionan más? En el bachillerato no tenía claro que deseaba estudiar en la universidad, pero, lo cierto que es que todo lo vinculado al servicio, el trabajo social, el contacto con la gente más el sentido de poder ayudar, internamente me impulsaba a una carrera de humanidades como derecho o comunicación. Con el pasar del tiempo he afianzado mi pasión por el derecho público.

 ¿Cuál considera es su mayor logro o contribución al sistema de justicia durante su ejercicio, tanto de Puerto Plata como de Santiago? El sistema de justicia del cual forma parte el Ministerio Público, es un ejercicio de servicio, transparencia y trabajo a toda hora, durante este tiempo sobre todo como integrante del equipo de Drogas Narcóticas de la Fiscalía de Santiago y como fiscal titular de Puerto Plata traté de ejercer mis funciones con transparencia y sobre todo escuchando a las personas que llegan a la institución con algún conflicto, siendo empático con las víctimas y generando confianza en el sistema vía la fuerza de la persecución penal y la solución oportuna del conflicto.

 ¿Podría compartir algún caso en particular que lo haya marcado y por qué? Recuerdo que para el año 2010, como fiscal investigador en departamento de Homicidios de Santiago, formé parte del formidable equipo de trabajo que investigó las muertes de varios ciudadanos de nacionalidad colombiana en los Cerros de Gurabo de Santiago, siendo esta quizás mi primera experiencia de investigación compleja, lo cual me sirvió como punto de partida para encabezar otras investigaciones exitosas en Puerto Plata y ahora en Santiago con las operaciones de narcotráfico, lavado y cibercriminalidad que hemos trabajado junto a la Dirección de Persecución. 

“Se puede hacer el trabajo sin tomarse los casos personales”

Como Magistrado, debe lidiar con situaciones complejas y a menudo polémicas. ¿Cómo logra mantener la objetividad y la imparcialidad en su trabajo? Desde mis primeros días de formación en la Escuela Nacional del Ministerio Público, uno de los principios que marcaron mi formación fue el de la objetividad. En definitiva, se puede hacer el trabajo sin tomarse los casos personales. Los delitos siempre van ocurrir, pero lo que nos corresponde como servidores públicos, como fiscal es dar las respuestas oportunas, objetivas, sin miedo y sin complicidades. Fuera de ahí la gente evaluará el accionar de cada uno pero son cuestiones que escapan a nuestro control, y lo que escapa a mi control, no puede quitarme el sueño.

¿Qué opina usted de la justicia en la actualidad y qué desafíos considera que enfrenta el sistema judicial en nuestro país? El sistema de justicia tiene la tarea de seguir mejorando, desde la primera ola de reformas, hemos avanzado pero deberíamos estar en un mejor sitial, si contáramos con una mayor disponibilidad de recursos y con mayores niveles de compromiso de todos los actores, es decir, se necesita más presupuesto, más personal calificado y más horas de trabajo. Siempre es posible hacerlo mejor.

La labor de un servidor público puede ser desafiante y demandante. ¿Cómo encuentra un equilibrio entre su vida profesional y personal? Es muy difícil pero se puede. En mi caso, el equilibrio me lo da el tiempo con la familia (esposa e hijos), llegar a casa, planificar viajes y de alguna manera compartir en ocasiones con los amigos. Sin embargo, yo siempre ando en deuda con ambos pero disfruto mucho los momentos donde puedo verme con gente querida.

¿Podría hablarnos un poco sobre su vida personal actual? ¿Qué actividades o hobbies disfruta en su tiempo libre? Por tradición soy un amante del béisbol, en el campo ese es el deporte que siempre se ha practicado y la práctica que nos apasiona, pero en estos tiempos estoy leyendo algunos temas de actualidad y de mi interés, como política internacional y derecho deportivo. También me gusta escribir, aunque no siempre para publicar y hace un tiempo estoy haciendo un nuevo deporte de playa llamado Paddle board.

Como figura pública, debe enfrentar situaciones de alta presión y responsabilidad. ¿Cómo maneja el estrés y cómo logra desconectarse del trabajo en sus momentos de descanso? Desconectarme es casi imposible en razón de que la función de fiscal es muy demandante, más cuando se ejerce desde la pasión y el compromiso. Para el estrés he logrado hacer ejercicios, jugar con mis hijos en algún momento del día, ver alguna película o series de televisión que nos atrapen por unos días, como por ejemplo no he olvidado la que al día de hoy es para mí una de las mejores series, titulada: Superviviente designado. Es la única que ha podido conectarme.