Natasha Méndez y Víctor Eduardo García, esposos y líderes de Galletas Napolitanas, han llevado la tradición familiar de las galletas a nuevas alturas con pasión y visión.
La historia de Napolitanas se remonta a la abuela de Natasha, quien inició esta deliciosa tradición. Natasha y su hermano Samuel renovaron la marca en 2013, pero fue la entrada de Víctor en 2019 lo que propulsó al negocio a un crecimiento extraordinario, transformándolo de un modesto emprendimiento con 2 empleados y un horno casero a una empresa con 25 empleados y 12 hornos industriales.
A propósito del mes de la familia, es propicio resaltar la conexión única entre Víctor y Natasha, quienes han equilibrado con éxito su vida personal y profesional. Además de mantener altos estándares de calidad, la pareja ha honrado la herencia familiar al preservar el sabor y la textura originales de las galletas de la abuela.
Desde el cambio de empaque en 2013 hasta la certificación en Buenas Prácticas Manufacturas, Víctor y Natasha han guiado a Napolitanas hacia el éxito, manteniendo viva la esencia de la receta familiar mientras exploran nuevos mercados. Su dedicación a la innovación y adaptabilidad resalta la importancia de preservar las raíces familiares mientras se construye hacia el futuro.
Natasha ¿Cómo surgió la idea de emprender en el negocio de galletas y cuál es la historia detrás de la creación de su empresa? Nuestras Galletas Napolitanas nacen en las profundas zonas rurales de República Dominicana, por los años 1960, horneadas por nuestra bisabuela Tabita, quien, por primera vez, preparó nuestras sabrosas Galletas Napolitanas en su humilde cocina, sin imaginarse el impacto y la felicidad que las mismas tendrían en el futuro.
La receta pasó de generación en generación, hasta llegar a su nieta, nuestra madre, Vivian Bonelly, quien la perfeccionó; creando la receta “secreta”, agregando su propio toque culinario y transformándolas en el exquisito producto artesanal, 100% dominicano, que brindamos hoy.
Es así, que, en 1994, Vivian comienza a confeccionar nuestras gustosas galletitas, como una pequeña aventura, para vender entre sus amistades de Santiago. Con el paso del tiempo, la pequeña aventura creció, ganando aceptación de sus consumidores y convirtiéndose en un producto querido y deseado.
En el 2011, nuestra madre fundó la pequeña empresa familiar Galletas Napolitanas SRL, involucrándonos a nosotros, sus hijos, con la visión de llevar esa felicidad y calidad al resto del país y más allá.
Cada una de nuestras Galletas Napolitanas se hornea con amor y orgullo familiar para causar gusto y placer a ustedes.
Natasha ¿Cómo le dieron continuidad al emprendimiento de sus familiares? Crecí viendo a mi madre haciendo las Galletas Napolitanas. Desde pequeña en mi casa se horneaban las Napolitanas. Y aunque mi madre, Vivian, siempre trabajaba en su profesión, Cirujana Oral e Implantología, en las mañanas distribuía sus galletas. Este negocio surgió, en un principio, para poder tener más ingresos y sustentarnos. Al pasar de los años, su consultorio era su primera fuente de ingresos y tenía las galletas como un segundo negocio.
Víctor Eduardo o Vitolo, mi esposo, llega a mi vida cuando apenas yo tenía 18 anos. El siempre vio las Napolitanas como un negocio que tenía mucho potencial, pero Samuel y yo, hijos de Vivian Bonelly, estábamos más dedicados a nuestras profesiones. Él me decía ayuden a su mamá a desarrollar el negocio de las galletas y nosotros siempre les decíamos ayúdanos, que no tenemos experiencia.
Samuel y yo comenzamos a involucrarnos, y en el 2013 a 2014 le cambiamos el empaque, rediseñamos la marca, y formalizamos un poco. Nos faltaba un empuje y ahí es que llega Vitolo.
En el 2019, le dijimos a Vitolo que entrara al negocio y nos ayudara, y fue a partir de ese momento, que Napolitanas, de tener 2 empleados y un horno de estufa, pasó a tener 25 empleados y más de 12 Hornos Industriales.
Actualmente, estamos enfocados en lograr que mi madre, Vivian Bonelly, vea cumplir su sueño de que todo dominicano pruebe nuestras galletas y productos.
Víctor, ¿Cómo equilibran su relación personal con la gestión del negocio? ¡¡¡Sí, es un reto!! pero nosotros sabemos dividir lo que es trabajo, con nuestra vida personal. Cuando estamos en trabajo, estamos en eso y cuando estamos en nuestra vida personal, nos enfocamos en eso.
Lo que más recomiendo es que traten de dividir y no sentirse mal si él o tú hace algo mal. Aprender, que como en todo negocio, debe haber disciplina, límites, orden y respeto.
Cuando se comete un error, reconocer y seguir adelante. No se puede permitir que estas cosas lleguen a afectar la vida cotidiana de familia en la casa.
Natasha, desde sus inicios, ¿cómo han visto evolucionar su negocio de galletas en términos de crecimiento y alcance en el mercado?
Hemos logrado muchísimo con las experiencias que Víctor ha traído a Napolitanas. Como les comenté, anteriormente de tener 1 horno ya tenemos 12 y seguimos enfocados en el continuo crecimiento. Actualmente le suplimos nuestros productos a todo tipo de empresas, desde paleteras a marcas líderes del mercado, en sus renglones que son marca país. Hemos empujado nuestras marcas fuertemente para que se reconozcan y tengan renombre, pero también fabricamos productos o líneas blancas para otras empresas.
También tenemos a mi hermano Samuel, que, con toda su experiencia en diseño de empaques en branding, ha podido ir evolucionando y manteniendo relevantes y atractivos nuestros empaques e imagen de marca. Todos nosotros, los hijos de Vivian, Julio su esposo y Víctor, hemos aportado un granito de arena a este proyecto familiar.
¿Qué medidas toman para garantizar que sus productos mantengan altos estándares de calidad y sabor?
Desde que nuestra madre empezó las Galletas, buscó que su producto fuera siempre igual y con la misma calidad. Eso mismo hemos continuado haciendo nosotros, siempre cuidar nuestros productos. En el 2013 nos certificamos en Buenas Prácticas Manufacturas y eso nos compromete a mantener calidad y estándares altos.
En el día a día, es un reto el “sourcing” de las mejores materias primas que nos permitan mantener la calidad y nuestros precios competitivos, especialmente, después de la pandemia y ruptura de las cadenas de suministros. Con el tiempo, hemos ido descubriendo mejores maneras de manejar la materia prima para tener líneas productivas de alta calidad más eficientes y efectivas.
¿Cuál consideran que es el factor distintivo de sus galletas que las hace destacar entre otras opciones? Nuestras galletas son únicas, tienen ese toque crujiente, sabroso, una seguidilla increíble que prácticamente las vuelve adictivas. Desde hace 30 años estamos comiendo nuestras galletas, con el mismo sabor, la misma textura y el hecho de mantenerlas igual por tanto tiempo, también les crea cierta nostalgia a la generación que creció comiéndolas. Convirtiéndoles en fieles consumidores de nuestros productos. Nuestros empaques son innovadores, nuestros productos son de alta calidad, nuestros precios son competitivos y gracias a Dios el mejor marketing es nuestro propio producto. Nos mentalizamos, que todo aquel que prueba, vuelve a comprar. Todo esto, junto con la capacidad de reacción y de innovación que tiene la empresa, nos ha permitido competir en nuevos mercados exitosamente. La empresa se ha ido diversificando y al contar con más formas de generar ingresos ha podido crear y lanzar productos para competir.
¿Víctor: ¿Qué consejos o lecciones han aprendido como emprendedores? Emprender no es una tarea fácil, hay que ser optimista y encontrar una idea en la que no paras de pensar y luchar contra todo, por ella. No es sólo soñar con la idea o con el éxito, hay que levantarse cada día y hacerlo pasar. El verdadero éxito viene desde adentro, sea de uno mismo o de la empresa, entendiendo que un obstáculo probablemente sea una oportunidad de mejorar todo.
En esta época las empresas no sólo deben tener productos buenos y competitivos, también deben invertir en creatividad e innovación, en sus equipos de trabajo (para que éstos puedan crecer, aprender con la empresa y sentirse dueños de sus procesos) y en planes que ayuden a visualizar el camino, ayudando a mitigar los riesgos que surgen.
Esto aplica para todo, un negocio de alimentos arroja retos relacionados a la industria, pero, en fin, manufacturar productos que la gente quiere incluye hacer una empresa para la que la gente quiera trabajar, nos acerca a la condición humana. No centrándose necesariamente en los números, sino concentrándose en hacer lo que mejor sabes hacer. Se trata de construir una comunidad que quiera visitarte o consumir tus productos todos los días porque crea valor y ofrece experiencias inolvidables o memorables.