Hay que buscar excusas para no hablar de béisbol, ni del doble que tarda en caer en la cuenta. Recordemos, entonces, que esta noche el Monumento enciende oficialmente sus luces navideñas y no podemos ignorar más la temporada, ni su clima, la alegría de abrazar a quienes menos vemos durante el año, los planes de viajar dentro y fuera del país, la nostalgia que carcome por las ausencias que no se van a llenar.
Ya la Villa Navidad ha encendido sus espacios en los jardines del Gran Teatro del Cibao; las avenidas principales también titilan desde que el sol se rinde al atardecer. Por estas fechas, ya los barrios del Concurso Decora tu Barrio que organiza el Centro León han recogido este mundo y el otro para competir y ganar. Los visitantes del recorrido se soban las manos con alegría, calculando cuál ruta les tocará esta vez y si alcanzarán un asiento en los gozosos autobuses.
Espero con ansias la tanda de encuentros de asociaciones profesionales, que nos recuerdan lo bonito de lo colectivo cuando se sabe abrazar las diferencias y celebrar las coincidencias. Solo un lamento: los tapones serán memorables en los próximos días, pero que las luces nos obnubilen el desánimo y la prisa.
En fin, que es época de brillo y jengibre, neblina matinal justo antes de las siete a eme (tal vez hablo de otro Santiago que ya es recuerdo, memoria) y todas las luces que queramos encender, en galerías y jardines o en el alma.