Quien mucho lee, mejor habla, escribe bien y adquiere mayor capacidad de discernimiento y disentimiento, ya que la lectura enriquece el intelecto.
Los libros son el mayor sostén del aprendizaje y del conocimiento. A través de ellos, tenemos la posibilidad de conocer lugares, personas, historias y culturas, que son alimento para el crecimiento humano.
Los libros, en su formato físico, permiten que la imaginación vuele para quien los tiene en sus manos. Aunque están casi en desuso debido al exceso de tecnología y digitalización en el mundo, siguen siendo una puerta abierta al conocimiento.
Un libro es, además, una contribución de su autor. Los escritores educan desde sus diferentes géneros: literatura, ensayos, cuentos, biografías, poesía, todos con un propósito en común, el más importante: el conocimiento.
Cada ejemplar, cada pieza literaria, lleva en su interior una historia, un motivo. El lector, a su vez, encontrará en esa lectura satisfacción o desaliento, pero siempre provocará alguna reacción. Y es esa reacción la que da sentido a la escritura plasmada en sus páginas, porque un libro sin lector no tiene razón de ser. Leerlo es su propósito de existencia.
Lea un libro. Seamos promotores de la lectura, de la buena lectura, para que esta práctica siga siendo una costumbre valiosa para educar. Esa otra educación que, fuera de las aulas, se puede encontrar en cualquier lugar donde haya un libro. Los libros son una contribución esencial a la buena educación humana, porque, como dice el título de este artículo: ¡LEER ES CRECER!… HE DICHO!!!!