Antes de las 10:15 de la mañana, el vuelo Santiago–Boston ya avanzaba en la pista buscando rumbo al norte. Lleno desde la cabeza hasta la cola, el avión de JetBlue cumplió, y antes de las cuatro horas aterrizaba en el Boston Logan. Por aire o por tierra, muchas mujeres y otros pocos hombres se encaminaban igualmente hacia la ciudad universitaria para tomar asiento en el Fenway Park. La cita en la Catedral del Béisbol no era con la novena de los Medias Rojas ni había turnos al bate. La convocatoria era para atestiguar la séptima cita norteamericana de la gira LAS MUJERES YA NO LLORAN WORLD TOUR.
Boston no es Nueva York, todo el mundo lo sabe. Acercarse al viejo estadio pareció demasiado simple: ni tapones ni grandes multitudes… Resultó extraño hasta que un parqueador comentó que se había cancelado el concierto. La incredulidad entró al grupo. «Sí, vayan a la cuenta oficial del Fenway». Parecía que abríamos los ojos a una pesadilla y lo que parecía un doble play (entrar al Fenway Park y ver a Shakira), se volvió un infield fly atrapado por el lanzador. Minutos después, lo único colombiano eran las empanadas que una señora freía frente a los banderines con los números retirados de los principales jugadores de los Medias Rojas de Boston.

Dar vueltas a la construcción añeja para reducir la incredulidad, para asentar que no habría luces, ni bailes, ni canciones pendientes; escuchar las historias de las damnificadas del huracán «Shakira canceló»: dos horas manejando desde Connecticut, un vuelo desde Santiago, otras dos horas desde Nueva York, cientos de historias que las redes sociales guardan y las cámaras de televisión recogieron mientras la señora seguía friendo empanadas… Los grupos de pelucas moradas y caderines se perdían en los bares circundantes tratando de no perder toda la noche, de bailar la desgracia, de facturar un poco de alegría en vez de llorar.
Completada la vuelta exterior al viejo Fenway donde Pedro, Big Papi y Manny dejaron todo y un poco más, tocó asumir que la noche caía y Boston seguía allí, esperando ser explorada y querida, porque la ciudad no tenía la culpa de cancelaciones de última hora.

Esa noche, quedaba pendiente pisar los alrededores del TD Garden, atravesar la belleza del Boston Common (el parque público fundado en 1634, el más antiguo de Estados Unidos), caminar downtown bajo el fresco continental, vivir el resto del fin de semana con la complicidad generosa de la familia Collado Azcona.
Cuando amaneció, lo pasado no era un mal sueño ni fantasía: la artista también canceló en Washington. Se presentó días después en Atlanta. Siempre nos quedará Boston, Shakira.
