Mejor conocida como la Batalla del Treinta de Marzo por ser el día en que se fraguó, y que fue la segunda después del grito de independencia de los dominicanos contra los haitianos, luego de la ocurrida el diecinueve de marzo en Azua encabezada por Pedro Santana, este evento bélico fue de trascendencia e importancia para la patria y en la misma estuvieron envueltos miles de dominicanos teniendo al frente al general José María Imbert y al coronel Fernando Valerio quienes enfrentaron con gallardía a pesar de la desventaja en hombres y armas pues los haitianos encabezados por Jean Lois Pierrot tenían un ejército mejor y más preparado que el dominicano pues aún teníamos en el lado oriental de la Isla los remanentes de veintidós años de oprobio y dominio absoluto convertido en oscurantismo por parte del lado occidental, los haitianos, pero la determinación y fuerza de voluntad junto al orgullo pudo más que la superioridad de armas y de hombres.
La ciudad de Santiago, para su defensa, fue dividida en tres puntos estratégicos, denominados los fuertes «Dios, Patria y Libertad», ubicando en ellos los armamentos y hombres que diezmado el avance de las tropas haitianas, el fuerte «Dios» ubicado en la fortaleza San Luis, el fuerte «Patria» en lo que ahora se conoce el parque Fernando Valerio y el fuerte «Libertad» era lo que ahora rememora a José María Imbert con su nombre, allá donde se encuentra erguido aun el cañón que desde esa cima defendió el orgullo dominicano, ubicado en la entrada de Pueblo Nuevo.
Han transcurrido ciento ochenta y dos años de aquellos hechos y todavía, aunque de manera diferente, sin armas, seguimos los dominicanos enfrentando las invasiones haitianas, así, en plural, pues son constantes e incesantes, contando además con apoyo logístico, económico y de poderes foráneos que pretenden hacer de la nuestra, nuestra patria, la dominicana, en esta Isla lamentablemente compartida, una extensión de Haití y así librarse las grandes potencias de su responsabilidad y compromisos de equilibrio democrático en ese país y hoy, a un año más de aquella heroica batalla librada en Santiago, en memoria de esos héroes que no deben ser olvidados, yo como santiaguero reitero mi compromiso en nombre de una patria libre, independiente y soberana, como aquel treinta de marzo de mil ochocientos cuarenta y cuatro! ¡Que viva la Patria!… ¡HE DICHO!