El incendio se pronosticó un mes antes. La cita con Zeo Muñoz en La Napa Valley era una deuda pendiente y una ocasión para quemar fantasmas. Supe temprano que no había salvación después que el navarretero empezara a tocar.
Se hizo esperar lo suficiente para que todos los hígados presentes hiciéramos estómago para lo que venía. Éramos cuatro desconocidas en la mesa, con la única misión común de darle música a esa noche de jueves, un milagro en diciembre o un regalo navideño adelantado.
Marcaban las 10:55 de la noche y el sombrero negro ya estaba en el escenario bordado con flores y pájaros. «Cuando tú estás presente» era la primera de muchas canciones que encenderían nuestras almas hasta la medianoche.
Durante casi dos horas, Zeo disparaba versos como bombas caseras, como si lo hubiera aprendido durante las huelgas del siglo XX en Navarrete. Iban envueltas en títulos como «Ella es mi perfecta», «Qué hago contigo», «Amuleto», «La incompatibilidad» y «Al tanto de ti».
Entonces llegó mi himno personal para la noche: «Hígado quemao», una bachata pop que invita a bailar en un solo mosaico. Era vino tinto en la copa, pero la sangre por las arterias lo era aún más. Todo estuvo sentenciado a partir de ahí. Las voces del primer y segundo nivel del recinto se ahogaban con «Millones de gallos rojos», «Ayúdame a morir», «Abracadabra» o «Seré» (grabada estos días con el Mayimbe Fernando Villalona) por citar algunos.
Por la puerta vi entrar a Cruzmonty y se me llenó el pecho de esperanza con una canción a dúo que pasa a mi lista de deudores en conciertos. La que sí salió en dueto fue una repetición para Zeo: «Pa’ que usted viene ahora». Entonces, Cruzmonty tuvo el escenario a solas para una reciente composición grabada, «Tequila».
El incendio hepático siguió con «Difícil de entender», «La que se puede armar», «Lo más tóxico» y «No sabía de ti». Ya para esas horas, había descubierto que la magia del sonido era obra de Martin Wolters.
Muñoz cerró con «Hígado quemao», para mi consuelo personal y alegría colectiva. Y así pasamos el resto de los días del 2024, recuperándonos de este y otros incendios, curando el hígado y otros órganos.
¡Feliz Año 2025!