«No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias» (Filipenses 4:6, NVI).
Deja de preocuparte por cosas que no dependen de ti, en cambio ora por todo. Vacía tu mente de la preocupación y de la ansiedad, son solo tormentas que agitan el alma y que no resuelven nada.
Cuando tu mente está concentrada en los problemas te agotas física y mentalmente, no tienes paz y pierdes la visión.
No te llenes de pensamientos negativos y sustituye la preocupación por la confianza en Jesús. El vino para darnos vida y plenitud de gozo. Descansa en El.!
Lindo día!