Mientras escribo esta pieza breve, estoy atrasada para todo. En el pasado, relajaba con la supuesta revolución que octubre traía a mis días. Nunca sospeché que en este 2023, la poesía sería líder en esta travesía de novedades.  

Gracias al atrevimiento de Arelis Albino y la complicidad de Martín Almengó (colegas dobles de profesión y escritura) poemas de 39 autores dominicanos contemporáneos cuelgan de la verja perimetral del Gran Teatro del Cibao. Mirando al Monumento, tengo yo el texto «Lluvia de noviembre». Los transeúntes de esta ciudad tendrán dos semanas para apreciar versos en espacios donde suele seducir la publicidad.   

La noche inaugural, asistimos a un acto de paciencia y devoción durante las casi tres horas que se extendió el recital bajo las luces azules del Bar Moisés Zouain. Ese sábado, nos cobijamos allí huyendo de la lluvia que amenazaba, pero solo amagó.  

La mañana del domingo siguiente, la ruta poética tenía parada en la Mediateca del Centro León, a causa de la Semana Internacional de la Poesía de Santo Domingo. Una cosa muy distinta es tener un turno al micrófono, otra es abrir el recital. No asumiré que salí con bien, ni mucho menos lo contrario. Pero el recital siguió con voces nacionales como Enegildo Peña, Fernando Cabrera, Rossalina Benjamín Burk, Omar Messón e Iky Tejada; y las internacionales Antonio Ramírez Córdoba (Puerto Rico), José María Paz Cago (España), Malena Luján (Uruguay), María Auxiliadora Álvarez (Venezuela), Marlene Zertuche (México), Nicole Cage (Martinica), Subhro Bandopadhyay (India) y Racso Morejón (Cuba). 

Antes y después de esas lecturas para adultos, hubo chance de compartir con los estudiantes del Politécnico Prof. Milagros Celeste Arias de Las Palomas (donde reposo mi cabeza en las noches desde hace varias décadas) y el Centro Educativo Los Quezada, en Jeremías, La Vega. La curiosidad estudiantil me devolvió a mis días de pupitre y cuadernos, cuando todas las preguntas revoloteaban en mi cabeza. 

Y cuando parecía que ya había suficiente vitrina y protagonismo, entonces el Ateneo Amantes de la Luz tuvo la osadía, a sus casi 150 años, de dedicarme la Tertulia del Balcón, a propósito del Día Nacional del Poeta. Contaron con el apoyo de Banreservas y su representante en la Ciudad Corazón, Pedro Genaro Pérez. Reitero lo que dije esa noche de jueves, bajo la luna de octubre: es un honor que creo no merecer. De esa velada, las culpables directas saben quiénes son. Y mi gratitud se extiende al Ateneo, sus directivos y colaboradores, y muy especialmente a la familia y amigos que me acompañaron, desafiando la lluvia que amenazó y también volvió a amagar.