El presbítero Secilio Espinal Espinal, rector de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (PUCMM), describe su vida como una mezcla de recuerdos, enseñanzas y vivencias que han dejado una huella profunda en su corazón.
No obstante, sus acciones demuestran que su legado trasciende más allá de su ser interior, y deja su marca en la sociedad no solo a nivel eclesiástico, sino también educativo y humano, debido a que ha tenido un impacto significativo en su desarrollo.
Su vocación sobrepasa lo personal, y se enfoca en servir a los demás, lo que evidencia su entrega, su servicio y pasión por lo que hace. El padre Espinal Espinal es un ejemplo de liderazgo en la comunidad, y con su dedicación y compromiso ha logrado marcar la diferencia en la vida de aquellos a quienes sirve.
Origen
Mi historia comenzó el 3 de junio de 1972 en Los Cacaos, un campo de Monción, provincia Santiago Rodríguez, junto a un gran río. Hoy, dicha localidad ya no existe, debido a que es parte de la presa de Monción. Crecí en un entorno familiar y sano, lleno de inocencia en armonía con la naturaleza. Experimentamos aventuras, crecimiento y una sólida disciplina, siendo parte de responsabilidades y convivencias. A los tres años, mi familia se mudó a una zona de Pedernales, en la línea fronteriza con diversas colonias agrícolas. Mi tío paterno se había trasladado allí, y mi padre, siendo agricultor decidió explorar esas tierras. Encantado, regresó a buscar a su familia en Monción y la llevó a un campo de Pedernales. Allí se inició su aventura y desarrollo como agricultor en una zona fértil y virgen. Siendo un niño de tres años, apenas recuerdo aquellos tiempos”.
Separación
El mayor cambio ocurrió al cumplir casi siete años. Después de mudarnos a Pedernales, no habíamos vuelto a nuestra tierra natal, pero mi padre prometió llevarnos de vacaciones en diciembre. Recorrimos más de 500 km en tres días y fue un encuentro maravilloso. Nuestra familia cuestionó a mi padre sobre nuestra educación, porque solo había escuelas en áreas remotas donde vivíamos. Convencido, nos dejó con familiares y distribuyó a los cuatro hermanos mayores entre ellos. La separación de nuestros padres y hermanas menores fue desgarradora, pero reveló el carácter visionario de mi padre. Cada mayo, regresábamos a Pedernales y trabajábamos en la agricultura durante el verano, pero cuando llegaba septiembre, las lágrimas afloraban, especialmente en nuestra madre. Aprendimos mucho en esos años de sacrificio y esfuerzo. Tras siete años de esta experiencia, nuestro padre compró una casa en Pedernales, dejó a nuestra madre con nosotros, y él viajaba intermitentemente entre el campo y la ciudad para estar más cerca”.
Segunda madre
Durante esa época, experimenté la maravillosa bondad de Dios. El primer año lo pasé con mis abuelos maternos, pero luego viví con una tía paterna, ella pidió a mi padre que me dejara con ella, y así me convertí en el hijo que nunca tuvo. Esa experiencia me marcó profundamente, porque recibí protección, cuidado y atenciones extraordinarias. Su casa, ubicada a orillas del río, era un punto de encuentro para la comunidad. Aprendí el desprendimiento y generosidad de mi tía, que siempre tenía algo para ofrecer a los visitantes y compartía sus recursos con los demás. Ese espíritu de multiplicación y entrega también lo vi en mis padres. Influenciado por estas enseñanzas, busco apoyar y cuidar a quienes me rodean y contribuir de manera positiva a mi comunidad”.
Vocación
Desde los 8, 9 y 10 años sentía un deseo inconsciente de ser sacerdote. Siempre estaba dispuesto a asistir a las catequesis, sin importar la distancia a la que estuviera la catequista. También participaba en la Eucaristía, aunque los sacerdotes llegaban de forma esporádica debido a la lejanía y a la escasez de sacerdotes en la zona. Aunque decía querer ser sacerdote, no había nada concreto ni seguimiento por parte de alguien. Al cumplir 14 años y trasladarnos a Pedernales, integré a la parroquia local con una práctica religiosa más formal, ya que había un sacerdote permanente y hermanas religiosas. A pesar de haber participado en catequesis previamente, no pude hacer la primera comunión porque siempre coincidía con el verano, época en la que compartía con mis padres”.
Influencia
En Pedernales conocí a un sacerdote que marcó mi vida y despertó mi vocación: el hermano de La Salle, Raúl Pérez Ros. Él influyó en mí de manera decisiva, gracias a su entrega, servicio y pasión en su sacerdocio. Su impacto en Pedernales fue notable a través de su labor social. Recuerdo una anécdota que aún me emociona: acompañé al padre Raúl a Santo Domingo como monaguillo y en el regreso, después de recoger útiles escolares y mascotas para la comunidad, detuvo su camioneta para darle un aventón a una señora. Al despedirse, la señora le dijo que yo sería su sustituto. En el verano de 1991, ya me preparaba para ingresar al seminario, ese mismo verano el padre Raúl partió a una misión en Estados Unidos y no regresó a nuestra diócesis”.
Formación
Mis años en el seminario fueron de crecimiento y formación, tanto humana como espiritual y pastoral. La fraternidad entre compañeros y la interacción con comunidades enriquecieron la experiencia. Fue un tiempo de discernimiento pausado y oración, donde pude comprender la llamada de Dios, que toma la iniciativa en toda vocación. Nos corresponde responder desde nuestra humanidad al amor y misericordia de Dios, tal como lo hicieron Samuel, Isaías y Jeremías. En la vocación, asumimos el proyecto de Dios y correspondemos a su invitación. Dios pone los medios y las personas para acompañarnos en el proceso formativo en todas las dimensiones de la vida, permitiéndonos cumplir con la misión encomendada desde el seminario”.
Ordenación
Ingresé a los 19 años al seminario, el 29 de septiembre de 1991 y la ordenación sacerdotal fue el 11 de agosto de 2001. Desde niño, Dios ha estado presente y es el que ha ido de la mano conmigo en el camino y me ha acompañado siempre. Luego de ordenado, viví momentos muy especiales en la vida de párroco, donde ya uno estaba en el ejercicio del sacerdocio, los primeros años fueron maravillosos, una vida de alegría y de servicio. Y no hay más gozo que vivir para los demás, un gran reto, un gran desafío. Aun ocupando otros cargos en la universidad, siempre estuve involucrado en una parroquia. Nunca dejé de ser párroco, así que combinaba y hasta priorizaba esa vivencia y ese compartir con las comunidades. Porque esa es la razón de ser”.
Volver a empezar
Después de cinco años de ordenación, fui enviado a Roma a estudiar. Esta experiencia en la Pontificia Universidad Gregoriana fortaleció y enriqueció mi vida sacerdotal, humana y académica. Estudié Teología Bíblica durante casi tres años y viví en el Colegio Pío Latinoamericano, una residencia para sacerdotes latinoamericanos. Fue un nuevo comienzo como estudiante y una etapa de madurez en mi fe. En Roma, conocí religiosos y sacerdotes de todo el mundo, lo que amplió mi visión de la Iglesia y la cultura global. Además de la formación académica, la riqueza cultural y la diversidad de idiomas fueron invaluables. Aprendí italiano y, al estudiar la Biblia también enfrenté el desafío de aprender griego y hebreo en un tercer idioma. Fue una experiencia de crecimiento y un reto que me permitió superar obstáculos y expandir mi horizonte en la vida sacerdotal”.
Vida educativa
Al regresar de Roma entré a la vida educativa más formal, porque siempre he estado involucrado. Cuando me enviaron, lo hicieron para regresar a la formación de los seminaristas porque desde antes de ordenarme, ya me había destinado como encargado vocacional de la diócesis. O sea, ya cuando me envían fue enfocado para la formación de los futuros sacerdotes, incluso había dirigido y estaba encargado del equipo de pre-construcción del seminario menor de la diócesis, pero cuando estaba allá cambiaron los planes, me escriben y me dicen la Universidad de Barahona va a quedar sin rector, sabemos que tú has afrontado tres años fuertes de estudios, te vamos a sacrificar mucho, pero hemos pensado en ti para que asumas las responsabilidades de la universidad. Comencé en la rectoría el 4 de agosto de 2009 en la Universidad Católica Tecnológica de Barahona. Esos 12 años fueron de muchos retos, pero una experiencia maravillosa. El otro día, cuando fui de visita, alguien me decía: ‘Wow mire todo lo que usted logró aquí en Barahona’, pero yo no logré nada, primero Dios y luego el equipo humano, porque lo importante es acompañar a ese equipo humano, estar con ellos y luego tener una visión y tener proyectos”.
Experiencia maravillosa
Un recuerdo un poco curioso es esa parte con los sectores deportivos, pues me gusta el deporte, lo he practicado desde niño. Desde niño hasta los catorce años el único deporte era el béisbol, luego empecé a jugar baloncesto hasta la época, aquí todavía lo juego los lunes con los empleados, pero también el ciclismo. Un maravilloso recuerdo porque se quiso hacer una asociación de ciclistas y se habían hecho intentos, pero no habían logrado el cometido, entonces me invitaron para apoyar un grupo de profesionales, más todos los ciclistas que ya tenían cierta experiencia y formación. Me invitaron para que fuera tesorero y lo acompañamos, fue una experiencia maravillosa”.
Un país más justo
“En 2021 fui trasladado a Santiago como rector de la Pucmm. La decisión fue tomada por la iglesia a través de la Conferencia del Episcopado. Como sacerdote diocesano nos ordenamos para una diócesis, pero sobre todo para la iglesia que nos pide esta misión. En el día de la juramentación, enfaticé que vengo con una misión educativa para acompañar la institución de educación superior líder a nivel privado del país, fundada en 1962, que fue la primera católica y referente de calidad, excelencia y compromiso con el desarrollo social.
La Universidad ha desempeñado un papel destacado en la historia del país, contribuyendo a la democracia, al estado de derecho y a la promoción del diálogo para lograr el bienestar. Cuenta con un excelente equipo humano y mi papel es encaminarla hacia estándares de posicionamiento nacional e internacional. Para lograr esto es necesario favorecer la formación continua de los docentes y del equipo administrativo. También es importante potenciar a los estudiantes y a los egresados, fomentando el sentido de identificación con la universidad.
En este año y medio, he aprendido mucho y trabajado en equipo. Me he sentido acogido y he sido abierto a todos. Me he reunido con todos los servidores, desde los más humildes hasta los de mayor jerarquía, y los he escuchado.
La PUCMM es un referente en educación superior desde 1962, cuando se dio el primer paso hacia la democracia tras más de 30 años de dictadura. Hoy en día, lidera la investigación con 40 proyectos, uno de ellos financiado por el Fondocyt. Está comprometida con el desarrollo de la sociedad dominicana, participa en múltiples proyectos y actividades que buscan generar un impacto positivo en la comunidad, como son programas de formación y capacitación dirigidos a sectores vulnerables”.
Influencia
«Crecer en un ambiente familiar tan unido y enriquecedor me permitió desarrollar un fuerte sentido de comunidad y compromiso hacia los demás”.
Prioridad
«A pesar de las dificultades y los sacrificios que enfrentamos como familia, mis padres siempre nos inculcaron la importancia de aprender y superarnos”.
Tranquilidad
«La determinación por aprender y crecer, combinada con el amor y apoyo de mi familia, me permitió enfrentar los desafíos de la vida con valentía y optimismo”.
Pies sobre la tierra
«La formación de valores y enseñanzas recibidas de mis padres y mi tía me llevaron a comprender la importancia de la solidaridad, el compartir y el esfuerzo”.